La población del término era súbdita del guanarteme de Gáldar, siendo un lugar periférico –si se compara con áreas como Agaete o Artenara- en su aportación económica y social dentro del conjunto del guanartemato. El papel desarrollado por la población de Moya estuvo mediatizado por la baja densidad demográfica, la escasa explotación de los recursos ante las reducidas medias de consumo y los escasos lugares de hábitat.
Hasta la actualidad, las evidencias
arqueológicas se limitan al área comprendida por debajo de los 500 metros de
altitud, con hallazgos emplazados junto a los cursos de agua, cercanos a las
tierras feraces destinadas al cultivo de cereales (trigo, cebada). La más
significativa evidencia arqueológica es el yacimiento de La Montañeta (433
metros de altitud), enclavado en un promontorio dominante del área de la
costa de Lairaga y de los cursos de aguas circundantes, los más importantes del
noroeste insular, caso de los barrancos de Moya y Azuaje. El hallazgo es el
único espacio de hábitat prehispánico registrado en el término hasta el
presente. Se conforma por cinco cuevas de habitación, otras de carácter funerario,
algunos silos de cereales y una posible cámara-santuario. El conjunto de
elementos arquitectónicos es complejo en su estructura, además de destinarse
muchas de sus grutas a variadas funciones y reutilizaciones, algunas de ellas
en etapas históricas recientes. Entre los elementos materiales localizados en
el yacimiento abundan las conchas marinas, en consonancia con el amplio consumo
entre la población aborigen del que no estaba exentos los moradores del lugar;
los fragmentos de pieles curtidas y cosidas, entre ellos una posible sandalia;
abundantes trozos de cerámica y fragmentos de varios morteros; el registro de
múltiples piedras talladas con señales de uso; y un ídolo-placa de gran
importancia por su relación con otros encontrados en diferentes yacimientos
insulares.
La relación con el mundo aborigen no sólo
se limita a los registros arqueológicos, al ampliarse con las referencias
aportadas por las crónicas de la conquista insular. Un episodio destacado es el
referente al aborigen Doramas y su nutrido grupo de seguidores refugiados en la
zona, rebeldes contra el poder establecido por los guanartemes de la isla. Del
primero decía el cronista López de Ulloa, pese a no ser hidalgo y sí trasquilado
, significarse por valentíssimo y de grandes fuerças, que por sólo su
ualor se hauía hecho rey y señor del ualle y montaña que oy se llama Doramas. La
presencia de este caudillo y su grupo en este espacio, alejados de las zonas
centrales del guanartemato galdense, indica la perifericidad del término de
Moya.
Las
fuentes históricas abundan en las referencias a acequias, paredones y caminos
–elementos de explotación y aprovechamientos del monte-, aunque no de hábitats
permanentes de antiguos pobladores prehispánicos. Las localizaciones se sitúan
en las áreas cercanas al actual núcleo de Moya y en el espacio comprendido
entre este último lugar y Fontanales.
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