
Su historia, mezclada con bastante de leyenda, en resumen es como sigue. Según las crónicas, procedía de la demarcación de Telde en dicha isla. Por el relato que hacen los cronistas se da a entender que su clase social era la de “trasquilado”, o sea, no noble, y como tal tenía que llevar el pelo corto, al contrario que los nobles, que lo llevaban largo.
Su nombre, Doramas, más bien parece un mote o sobrenombre, pues en diversos textos le dan a esa palabra el significado de “anchas narices”. El profesor Alvarez Delgado lo hace derivar de la forma bereber d-uhraw-qmas, que significa “él es ancho de narices”.
En definitiva, Doramas
era un aborigen canario de origen plebeyo, que posteriormente fue declarado noble, que residía en el distrito de Telde. Era fornido y ancho de espaldas y no muy alto, con la característica peculiar de tener muy anchas las ventanas de la nariz; y otra circunstancia, era muy valiente y aguerrido. Usaba como escudo para defenderse una rodela de drago, blanca, negra y colorada, en cuarteado, y portaba una enorme espada de madera.
Conviene aclarar que en época inmediatamente anterior a la conquista, en la isla de Canaria había dos distritos o reinos principales, el de Telde y el de Gáldar. Al frente de cada uno había un guanarteme, o rey. Por fallecimiento del de Telde, toda la isla quedó bajo la soberanía del guanarteme de Gáldar, y así la encontraron los conquistadores en el último tercio del siglo XV (mapa de la isla).
Ante la llegada de los españoles para conquistar la isla (1478), Doramas protagonizó numerosos incidentes y enfrentamientos contra las tropas invasoras, lo que le dio gran fama. Por ello, el guanarteme de Gáldar le ofrece el cargo de capitán en la guerra, lo declara noble y le da tierras y vivienda en ese distrito, al norte de la isla, en el bosque de los Tilos de Moya, que es lo que hoy se conoce como Montaña Doramas. No fue, por tanto, rey de Canaria, como se ha afirmado en épocas pasadas, sino caudillo de las huestes aborígenes de dicha isla en su lucha contra los invasores.
Doramas con su cuadrilla de isleños sorprendía los destacamentos del enemigo causándoles numerosas bajas, por lo que el capitán de los españoles pone en marcha una campaña decisiva contra él, atacándolo en los mismos lugares donde residía. El 20 de agosto de 1481 se entabló una dura batalla en el distrito de Arucas en la que, tras una brava pelea, Doramascayó herido de una lanzada, falleciendo a continuación. Cuentan que el gobernador mandó que se le cortara la cabeza y fuera clavada en una pica para escarmiento de la población aborigen. Según Abreu Galindo, algunos cristianos y canarios enterraron su cuerpo en la montaña de Arucas, hicieron un cercado de piedras en ese lugar y pusieron una cruz que todavía se conservaba en el siglo XVII. Su célebre espada estuvo expuesta mucho tiempo en Las Palmas, causando la admiración de cuantos pretendían manejarla.
Poco después de la muerte de Doramas, un puñado de canarios, que se habían hecho fuertes en los riscos más inaccesibles de la isla, fueron finalmente reducidos por las huestes españolas, señalándose como fin de la conquista de la isla el año 1483. Pero el recuerdo de aquel valeroso aborigen ha permanecido en el corazón de los canarios como un símbolo del pasado de un pueblo que tiene en el valor y la libertad uno de sus bienes más preciados.
Sin embargo, su huella más duradera ha sido la conversión de su propio nombre en apellido de sus descendientes. En las primeras generaciones con la misma denominación, Doramas. Luego como de Oramas, al transformarse con el uso la "d" inicial en la preposición "de", para finalmente perder ésta y quedar únicamente como Oramas.
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